LA ESTADÍSTICA
POLÍTICA: Fernando Valenzuela, El Ángel de Los Angeles
Por
Sergio Trochez Reza
La noche del último miércoles de octubre de 1981, Fernando Valenzuela
salió corriendo del dugout de su equipo, para festejar junto con sus
compañeros el título de la Serie Mundial conseguido por los Dodgers,
franquicia que meses atrás lo había contratado para cambiar
positivamente el destino de su vida.
Eran pocos los asistentes del Yankee Stadium que celebraban el
campeonato del club visitante. El equipo de Los Angeles se estaba
coronando en Nueva York.
A través de las bocinas de los televisores en casas, restaurantes y
bares de México, se escuchaban más los gritos de júbilo de los jugadores
de la novena angelina, que los de su limitado grupo de seguidores
presentes en el inmueble neoyorquino.
Valenzuela se encontraba extremadamente emocionado. Le faltaban 4 días
para cumplir 21 años de edad, y ya era todo un ídolo: campeón en la más
grande categoría del beisbol mundial, además de que ya le habían dicho
que era casi seguro que ganaría los trofeos de Novato del Año y Cy Young
-el mejor pitcher de la Liga Nacional-, mismos que consiguió.
Su desempeño en esa Serie Mundial fue fundamental, pues ganó el tercer
juego, luego de que Yankees había triunfado en los dos primeros. Dodgers
ganó los tres en casa, y otro más, el definitivo, en la Gran Manzana.
Hubo versiones en el sentido de que si se hubieran ido a un séptimo
partido, el lanzador del campeón de la Liga Nacional, habría sido
Fernando Valenzuela. No fue necesario.
La vida iniciaba para "El Toro", y le sonreía enormemente. El nativo de
Etchohuaquila, Sonora, se había convertido en un fenómeno difícil de
encontrar en algún otro beisbolista, pues se desató "La Fernandomanía".
Millones de personas querían ver sus actuaciones desde la loma de
pitcheo. En cualquier estadio que se anunciaba que jugaría, era lleno
seguro.
Valenzuela tenía un estilo único. Al realizar el movimiento de cuerpo
previo a lanzar la pelota, sus ojos miraban hacia el cielo en una
fracción de segundo, para culminar realizando un disparo extraño,
engañoso, poco común, y que él dominaba enormemente: el "screwball".
Sin duda, Dodgers y Yankees son los equipos más representativos de sus
respectivas ligas, y tienen una intensa rivalidad, que ha perdurado por
décadas.
Sin embargo, el destino decidió que ambas escuadras no se volvieran a
enfrentar en la final de la Gran Carpa, desde aquel lejano 1981. Tenía
que ser en una ocasión muy especial.
Tres días antes de que diera inicio la Serie Mundial entre Dodgers y
Yankees, 43 años después de aquella inolvidable experiencia, Fernando
Valenzuela trascendió de este mundo, para convertirse en un ángel.
La noticia, aunque ya se esperaba porque se sabía del deterioro de su
salud, afectó profundamente el ánimo de sus seguidores.
Valenzuela fue homenajeado con los honores que merecía: en el inicio de
una Serie Mundial, en el Dodger Stadium, y contra los Yankees. En
presencia de los amores de su vida: su esposa Linda y sus cuatro hijos.
Con más de 50 mil personas ovacionándolo en el estadio, y millones a
través de medios electrónicos.
Aquel último miércoles de octubre de 1981, cuando ganó su primera Serie
Mundial, Fernando Valenzuela no sabía que el último miércoles de octubre
de 43 años después, la volvería a ganar, pero ahora convertido en un
Ángel.
El título de los Dodgers de Los Angeles conseguido ayer en Nueva York,
ante el equipo considerado el mejor de la liga, difícilmente se hubiera
logrado sin la ayuda de Fernando Valenzuela.
Será un orgullo ver su nombre y el número 34 en una de las mangas del
uniforme del equipo campeón, durante todos los juegos de la temporada
2025 de las Ligas Mayores.